Cuento No. 22: "El guerrero Xaeibr"

En una montaña, Xaeibr preparaba el combate, sería breve pero letal. Contaba con mil hombres, quienes portaban espadas y lanzas. En el valle, el general Suizt animaba a sus tropas, no podían dejar pasar a su oponente.

Llegó la noche, era la señal. Xaeibr empujó el ataque. Sus mil hombres se encaminaron al combate, las tropas de Suizt no esperaban la arremetida, sin embargo, se defendieron.

La batalla fue sangrienta, a pesar de la oscuridad los hombres entraron en un fragor incontenible. Xaeibr hirió a varios, mató a otros, pero sólo le interesaba encontrar a Suizt.

A medianoche la batalla cesó, lo pocos que oponían resistencia se rindieron. Suizt se encontraba dentro de los soldados depusieron las armas.

Xaeibr estaba herido, una lanza había penetrado su pierna, sin embargo, no revistió peligro.

Suizt y sus mil quinientos hombres habían perdido. Ahora Xaeibr podía invadir la ciudad.

Al amanecer se pudo constatar el rigor de la batalla. Las aves ya hacían de las suyas con los cadáveres.

Trescientos hombres habría perdido Xaeibr, lo cual le hizo más difícil la tarea de invadir la ciudad. Muchos también estaban heridos.

"No hay otra opción" pensó el guerrero, era en ese momento o nunca. La ciudad estaba rodeada por una fortaleza. vigilada por doscientos hombres, quienes habían sido notificados de la derrota de Suizt.

Xaeibr organizó la tropa y sin más preámbulos marchó hacia la ciudad. Al llegar encontró resistencia, no hubo sorpresa en su ataque, así que esperó.

Durante una semana Xaeibr no dejó entrar  ni salir a nadie de la urbe. Sus hombres estaban impacientes. Al noveno día, el guerrero ordenó un ataque masivo a pleno sol. La ciudad se defendió admirablemente y acabó con las tropa de Xaeibr.

El guerrero fue apresado y llevado ante el rey. El monarca lo humilló y ordenó a sus guardias que lo mataran. Xaeibr había dejado un grupo de hombres en las montañas, quienes bajaron secretamente hasta la ciudad y liberaron al guerrero antes de ser ajusticiado.

FIN

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