Nota preliminar: Para entender este escrito, recomiendo leer este post anterior.
Fernando Arturo llegó temprano a la universidad ese día, era lunes, eran las siete de la mañana. Revisó su horario y buscó el Salón 4567-Y en la Torre C. La clase de "Introducción al Derecho" sería la primera a la que asistiría. Después de preguntarle a dos celadores sobre la ubicación del aula de clases, Fernando arribó al sitio pasadas las siete. Estaba un poco angustiado.
Muchas voces habían en el lugar, hombres y mujeres, algunos sentados, algunos de pie. No sabía dónde sentarse, si en las primeras filas, en el medio, o atrás. Prefirió hacerse en el medio, para no pasar por sapo, pero tampoco por vago. Se sentó en uno de los pupitres del aula con cierta tensión y expectativa. Nadie lo miraba, nadie le hablaba, reconocía a algunos de los nuevos estudiantes con los que hizo la inducción. Sacó su agenda, y escribió "Clase de introducción - primera sesión", y dejó abierta la página con el esfero encima.
Decidió mirar a sus compañeras, algunas bonitas, otras normales, a otras simplemente no las observó. Parecía como si todo el mundo se conociera de algún lado, "¿será que hubo alguna reunión a la que yo no fui?", se preguntó Fernando, pero bueno, decidió mejor esperar al profesor y pensar en la razón por la que estaba allí, para ser abogado.
Los minutos pasaban y la algarabía subía de tono, ya eran las siete y cuarto, y nada, de pronto, un individuo de baja estatura, gordo, de barba, y con anteojos, se acercó al atrio del profesor. Todos se callaron y se sentaron medio frustrados por no poder seguir con la conversación. Fernando observó que el individuo que se había ubicado en frente del auditorio llevaba corbata, traje de paño, y una carpeta, era el profesor sin duda alguna.
El profesor esperó a que se hiciera un silencio sepulcral en el aula, algunos tosían, otros sacaban sus cuadernos y notas de apuntes. El profesor se sentó en la mesa destinada al catedrático, sacó una lista, empezó a llamar a cada uno de los asistentes por orden alfabético.
- Alvarez, Artunduaga....- la voz del profesor era grave, parecía la de un cantante de ópera. Miraba sin mirar a quienes iba llamando, a algunos les dedicaba una mueca como de asco.
Fernando esperó a que lo llamaran, allí se rompería el anonimato por lo menos unos segundos.
- Rocca.... - mencionó el profesor, y Fernando levantó la mano sin decir nada, el catedrático no le dedicó ni siquiera una mirada y pasó al otro apellido.
Después de llamar a lista, el profesor volvió a hacer silencio, nuevamente tensión.
- En esta primera clase, estudiaremos la definición de Derecho- volvió nuevamente a tomar la lista del curso- ¿para usted qué es Derecho, Rocca?
Fernando sintió que un frío le pasaba por todo el cuerpo, como cuando presentó la entrevista de admisión.
- El Derecho es como una regulación, son leyes o algo parecido.
El profesor no hizo ningún comentario ni expresión en su cara, sólo volvió a mirar la lista.
-¿Alguien tiene otra opinión?- dijo con tranquilidad, pareció un monje budista en su meditación.
Un par de manos se levantaron, un joven y una joven querían participar, estaban en las primeras filas.
El profesor volvió a mirar la lista.
- Rodríguez, ¿qué piensa de lo que dijo Rocca?
Un asustado muchacho de los asientos de atrás, que tenía bastante acné en su cara, emitió unos sonidos imperceptibles, el profesor le dijo que hablara más alto.
- ...pienso lo mismo que Roc, el Derecho es como leyes o algo parecido.
Fernando pensó por primera vez que estaba en el sitio indicado, pero no le gustó que a Rodríguez se le hubiera olvidado pronunciar bien su apellido.
El catedrático tampoco cambió su expresión a cambio de esto, dejó a los jóvenes de adelante con las manos levantadas, y escribió varias frases en el tablero.
Una hora y media de clase sobre las distintas definiciones de la palabra Derecho que han dado varias decenas de juristas de todo el mundo, y al final, advirtió la forma como se dice Derecho en diferentes idiomas, incluso en el rumano.
El profesor no volvió a pedir opiniones, muchos levantaban la mano, ya no eran los mismos chicos de adelante, pero el catedrático simplemente los ignoró. Diez minutos antes de acabar la clase, muchos parecían medio dormidos, otros hablaban ignorando la conferencia, y otros tomaban apuntes de manera convulsiva. Fernando tuvo algunos momentos de sueño, de recuerdo de la película que había visto el sábado anterior, miró nuevamente a algunas de las compañeras, pero en general tomó apuntes.
El catedrático abandonó el aula sin haberse presentado, pero dejó unas lecturas a los estudiantes para la siguiente sesión que sería el miércoles. Fernando tuvo su primera clase en la facultad de Derecho, miró su horario, y salió del salón para ver si hacía algún amigo.
(Este relato es ficción cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)
2 comentarios:
Muy bueno el cuento, me hizo recordar mi primer día en la facultad de psicología siempre existen esas tensiones y los grupos que ya se arman desde el secundario, esta muy bien ambientado,todos los cuentos que leí de tu autoria hasta ahora me han resultado atrapantes,sigue asi exitos!!
Qué genial.
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