En una región muy lejana vivía un oso. Su nombre era Kaorr. El oso era muy grande, y muy fuerte. A Kaorr le gustaba mucho el chocolate y los melocotones. Un día, el oso decidió competir por un premio muy grande: una docena de chocolatinas, para poder acceder a éstas debía participar en un concurso de gladiadores.
Habían vacas, burros, caballos, perros, hipopótamos, y otra cantidad de animales, listos para participar en la competencia.
Kaorr era el único oso. La primera pelea del oso fue con un caballo, llamado Korzino. Después de varios minutos donde se dieron muchos golpes, mordiscos y aruñetasos, el caballo se rindió, y Kaorr ganó la pelea. Así pasó con todos los animales, y Kaorr obtuvo el gran premio. Sin embargo, debido a la nobleza de su carácter, Kaorr decidió compartir sus chocolatinas con el resto de los animales, quienes muy felices comieron el dulce.
Kaorr se volvió famoso, era un gladiador muy fuerte. Participó en varios torneos de gladiadores, hasta que su fama lo llevó a pelear con el gran Omirón, un gorila enorme que se consideraba el mejor gladiador del mundo.
Omirón era muy fuerte, y muy agresivo, y tenía fama de gruñón y malgeniado. El pobre Kaorr no tenía opción con ese gorila.
En un gran estadio se llevó a cabo la pelea. Omirón contaba con muchos hinchas, en cambio Kaorr no tenía muchos seguidores.
Omirón era de pelaje negro, rudo y fuerte. Kaorr sintió miedo, pero debía enfrentarse al gorila por el premio: tres toneladas de melocotones.
Omirón lanzó un golpe a Kaorr en la cara, éste cayó al suelo inmediatamente, el gorila aprovechó su indefensión y le propinó una patada, después un golpe en la cara, y por último se le lanzó encima.
Kaorr quedó inconsciente, el juez de la pelea ya iba a dar como ganador a Omirón, pero, de un momento a otro el oso se recuperó, tambaleándose acercó a Omirón, quien sonrió al ver al oso tan débil. Kaorr aprovechó la confianza del gorila y le mandó un puñetazo, Omirón se tambaleó igualmente, y cayó al suelo muerto.
Kaorr fue proclamado ganador, le dieron las tres toneladas de melocotones y fue feliz.
El gorila Omirón ya no estaba para asustar a los animales. Kaorr repartió su premio con los otros habitantes del bosque donde vivía, y fue feliz.
El oso no quiso aceptar más peleas, desde ese momento no hubo más animales gladiadores.
FIN
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