Ahora me encuentro solo, no tengo qué comer, ni qué beber, el sol se encuentra encima de mí. Por donde veo hay arena, y soledad. Estoy débil, necesito líquido en mi cuerpo estoy deshidratado. Veo espejismos, veo oasis que no existen, veo animales imaginarios. No sé cuánto pueda resistir. Caigo al suelo, débil, y la arena me cubre. Es de noche, ahora el frío es intenso, no lo soporto, pero puedo ver las estrellas, y me duermo. Ahora viajo sobre un camello, que huele muy feo, apesta, un beduino vestido de blanco me ha rescatado. El beduino me ha dado de beber, no me dejó morir. Llegamos a una tienda de campaña, hay otros camellos y otros beduinos. Todos visten de blanco, no parecen ser pobres. Me repongo. Duermo horas, quizás días. Llegamos a una enorme ciudad de ladrillo rojo, mucho bullicio, muchas voces, ahora puedo estar en pie, los beduinos me han salvado la vida, y me dejan en medio de la ciudad, sólo me sonríen y me dan una bolsa con pan. Les doy las gracias y los veo partir. Ahora estoy sólo en la ciudad, en medio de la gente, como un poco de pan, y me refugio debajo de un techo. La gente me da monedas, creen que soy un mendigo, con las monedas compro algo de comer porque se me ha acabado el pan. Y ahora en la ciudad soy un mendigo, en un sitio desconocido. Nadie me habla, pero me dan limosnas, con las monedas compro un vestido, y la gente deja de darme monedas. Vago hasta llegar a un enorme edificio que parece ser un palacio. Me reciben en el palacio, el dueño es un príncipe muy poderoso, le cuento mi historia, me deja quedarme en el palacio, y ahora soy un bufón que cuenta chistes por comida. Me quedo en el palacio diez años, soy el bufón del príncipe. Me caso con su hija, y nos vamos de la ciudad. Llegamos a Nueva York, donde pongo un stand up comedy, y ahora salgo en televisión. Me vuelvo rico, y entro al mundo del cine, hago películas, cobro millones. Tengo siete hijos, todos quieren ser psicólogos, y todos estudian en la universidad. Mis siete hijos se vuelven psicólogos y todos quieren trabajar en clínicas psiquiátricas, los dejo. Me retiro a las montañas con mi esposa, ya no cuento chistes, ni salgo en películas, ahora estoy viejo y vivo con ocho perros. Soy feliz. Y mis hijos también son felices.
FIN
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