Perdido en el bosque, el guerrero dialogaba con un ciervo.
- He sido fiel a mis principios, no he descuidado mi honor, y mi lealtad es óptima.
El ciervo, algo distraido, escuchaba las palabras de Zankaiyi.
- Pero has fallado, ahora está triste aquí.
El guerrero tropezaba con las ramas de los arbustos, con los troncos caídos, pero no se atrevía a utilizar su espada para cortar hierba.
El guerrero durmió toda la noche a la intemperie. Soñó con batallas, con su hermano el carpintero, con su amigo el ermitaño.
Zankaiyi madrugó a hacer sus ejercicios matutinos, los que le había recomendado su maestro. Eso le dio claridad. Volvió a caminar por el bosque. Un lobo lo observó.
-¿ Qué haces por estas tierras guerrero?
- Busco al maestro Kenzii-Yu.
- Ese maestro murió.
El lobo rodeó al guerrero, y cada vez más se le acercaba.
- Lo que dices es mentira ¡Retírate! - dijo Zankaiyi.
El lobo estaba callado, pero iba a atacar.
- ¿ Qué haces Maccikon ?- preguntó un cuervo que pasaba por el lugar.
El lobo miró al cuervo con desprecio, pero siguió acechando al guerrero.
Zankaiyi percibió las intenciones del animal.
- Sabes lobo que soy rápido con la espada, no tienes oportunidad.
- Deja al guerrero Maccikon, permite que siga su camino- el cuervo afirmaba esto desde la rama de un árbol.
El lobo se acercó con cautela a Zankaiyi.
- El maestro que tú buscas está muerto, yo mismo lo maté- dijo el animal sonriendo.
El cuervo voló y se olvidó de la pelea.
- ¡ No puede ser, debo hablar con él !
- Ya te dije guerrero, a quien buscas no podrás encontrar, yo le destrocé su cuello con mi mandíbula.
Zankaiyi no quería herir al animal, así que envainó su espada y se puso de rodillas.
- Eres cobarde, humano, más cobarde que ese anciano, no tendré compasión por ti.
El lobo se echó encima del guerrero, y trató de morderlo, pero el guerrero ya había clavado una daga en el lomo del animal. Este chilló de dolor y se tiró al suelo, de su cuerpo brotó sangre profusamente. Y murió.
Zankaiyi pensó que había vengado a Kenzii-Yu, pero después temió que el lobo le hubiera dicho mentiras.
Arrastró el cuerpo inerte del animal hasta una zanja, y allí lo depositó. El cuervo volvió.
- Lo has matado, ¿pero si era un pobre lobo?
- Casi me mata, y había asesinado al maestro que busco.
El cuervo no dijo nada, pero se acercó hasta el suelo para ver el cadáver del lobo. Lloró.
- Buscaré al maestro.
- Lo que te dijo Maccikon es verdad, él lo mató, le arrancó el cuello, no lo busques.
Zankaiyi le dio la espalda al cuervo. Agarró su espada, y desenterró la daga que estaba clavada en el cuerpo del lobo. El cuervo voló hasta otra rama.
El guerrero cruzó un río, casi se ahoga, si no hubiera sido por un leopardo que lo ayudó, se hubiera muerto. El leopardo acompañó al guerrero hasta una aldea. Después desapareció.
La aldea era pequeña, no tenía muchos habitantes, un anciano se acercó a hablar con el guerrero.
- Si buscas a Kenzii-Yu, estás perdiendo el tiempo, él está muerto, un lobo lo mató.
- Ya lo sé, ahora busco a su hermano.
- Estás hablando con él.
El guerrero se emocionó pero también se sorprendió, ya que Fenzii-Yu tenía fama de ser fuerte y joven. En cambio, el hombre que le hablaba era viejo y débil.
- ¿Te sorprendes guerrero?
- Creía que eras distinto.
- Sí, mucha gente tienes fantasías en su cabeza.
El guerrero comió y durmió en una casa de la aldea. Aunque no encontró al maestro, por lo menos conoció a su famoso hermano.
- ¿Para qué querías hablar con Kenzii-Yu?
- El era el mejor maestro con la espada.
- Eso es verdad , ahora yo soy el mejor.
Zankaiyi se sorprendió por la falta de modestia del anciano.
El guerrero vivió en esa aldea por diez años, se casó con una nieta de Fenzii-Yu, y tuvo tres hijos.
Todos los días tuvo lecciones de lucha con la espada.
Fenzii-Yu murió. Zankaiyi enterró su cuerpo. Ahora él era el heredero de sus enseñanzas. A la aldea comenzaron a llegar estudiantes, pero Zankaiyi no los recibía, se rehusó a enseñar, salvo a su tres hijos.
Un día, un lobo llegó a la aldea, se enfrentó con Zankaiyi, y lo mató. Era el hijo de Maccikon.
Así se perdieron las enseñanzas con la espada de Kenzii-Yu y de su hermano, ya que los tres hijos del guerrero todavía eran niños pequeños como para entender todas las lecciones de su padre.
FIN
Por Francisco Bermúdez Guerra.
Escrito el 15 de octubre de 2.010.
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